La verdad es que la primavera en Llanes es una maravilla. Los pajarinos empiezan a cantar y, casi sin que te des cuenta, el verde intenso de los árboles y los praos lo inunda todo. Atrás quedan los típicos e interminables días grises del invierno al tiempo que el sol, algo tímido al principio, va dando paso a largas jornadas en las que todo es posible.
Desde pasear por el fuerte de Llanes a subir al dique del puerto para contemplar los famosísimos Cubos de la Memoria, de Agustín Ibarrola, y toparse bien con un mar en calma que invita a cerrar los ojos y respirar profundo o bien admirar la poderosa furia del Cantábrico. Nunca se sabe pero, te toque lo que te toque, será un espectáculo único.
Y ya que las tardes ahora son más largas, no dejes de subir al Paseo de San Pedro. Las vistas de Llanes con el monte del Texeu como telón de fondo no pueden ser mejores. Impresionantes acantilados, atardeceres de película, románticos rincones y oxigeno puro hacen que este paseo sea una visita más que obligada cuando visitas Llanes.
Para acabar el día, nada como sentarse en cualquiera de las muchas sidrerías censadas en la Villa. Escanciar unos culines de sidra, después de todo, no es tan difícil. En serio.